El desprestigio, la difamación, la misoginia, y la cultura del miedo se han convertido en el remplazo de propuestas reales en las campañas políticas de los aspirantes a la presidencia de la república poniendo en tela de juicio un proceso electoral transparente y pacífico.
Otra de las grandes preocupaciones en materia electoral radica en el mecanismo utilizado para infundir pánico a la población habilitada para ejercer el sufragio.