Izak Bester y Sarah Glass son una pareja residente en Nueva Zelanda. Durante el fin de semana pasado, acudieron a casa de unos amigos que organizaron una barbacoa en las cercanías de Waimarama Beach, región de Hawke’s Bay.
De repente, Izak se atragantó con un pedazo de carne. Pasaban los segundos y la situación no mejoraba, al contrario, su rostro cada vez se enrojecía más por la falta de oxígeno. Ni siquiera la maniobra de Heimlich (técnica en la que se abraza por la espalda al ‘paciente’ y se le aprieta en la boca del estómago para desbloquear la obstrucción) fue suficiente para normalizar la situación de Izak.
Sarah, que trabaja como comadrona, no dudó en intervenir cuando vio que apenas quedaba tiempo. Agarró un cuchillo y realizó una escisión en el pescuezo, justo debajo de la nuez, con la que abrió el cuello de su novio. Para entonces, su chico estaba inconsciente y la desesperación por salvar su vida era total.
Lo que llevó a cabo Sarah fue una traqueotomía de emergencia, gracias a ella, su pareja volvió a respirar. Sus conocimientos médicos y la suerte de que sus amigos tenían una bombona de oxígeno evitaron lo peor.