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    Crece la tensión en Tijuana: se acaba la comida y la esperanza, mientras migrantes continúan llegando

    El alcalde de Tijuana, en la frontera mexicana junto a San Diego (California), ha afirmado este viernes que la ciudad, de 1,3 millones de habitantes y considerada extremadamente peligrosa por la violencia de los cárteles de narcotráfico, sufre ahora una crisis humanitaria por la llegada de miles de inmigrantes centroamericanos.

    “Han llegado todos de golpe, con un montón de gente; no todos, pero muchos son agresivos y arrogantes”, dijo hace unos días el regidor, Juan Manuel Gastelum. Hoy se ha quejado de la falta de ayuda del Gobierno federal: “No tenemos la infraestructura suficiente y necesaria par atender con cabalidad a estas personas para darles un espacio digno”. Y ha añadido, en un comunicado oficial: “No voy a gastarme el dinero de los tijuanenses” en ayudarles. Según sus cálculos, ha gastado ya más de 500.000 pesos (unos 25.000 dólares) desde la semana pasada.

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    Gastelum ha cifrado en 4.976 los inmigrantes centroamericanos llegados en los últimos días en la caravana originada en Honduras. Las autoridades estadounidenses tramitan alrededor de un centenar de solicitudes de asilo al día, y a la llegada de estos inmigrantes ya había una fila de espera de alrededor de 2.000, por lo que los centroamericanos, en el mejor de los casos, podrían pasar semanas si no meses en Tijuana a la espera de conocer sí podrán entrar en Estados Unidos.

    Además, el Gobierno estadounidense (que ha prohibido dar asilo a quienes no lo pidan en los puertos de entrada, y ha desplegado a casi 6.000 soldados y más de 2.000 miembros de la Guardia Nacional en la frontera) prepara un plan que obligaría a los solicitantes de asilo a esperar en México hasta conocer si se les concede o no, siempre y cuando no teman por su seguridad en ese país.

    Ayer, medio millar de inmigrantes intentaron marchar hasta la frontera para forzar su entrada en Estados Unidos, aunque no usaron la violencia. Las tropas estadounidenses tienen permiso para disparar a matar “si tienen que hacerlo”, ha señalado el presidente, Donald Trump, que ha amenazado con cerrar toda la frontera si se producen altercados.

    Un centenar de centroamericanos pasaron la noche junto a la garita fronteriza para mantener la presión. La situación en el campamento de Benito Juarez está muy deteriorada, según informa la cadena NBC, y la comida se acabará antes del domingo, pese a la ayuda de ciudadanos e iglesias locales. Otros 600 inmigrantes se dirigen entre tanto desde Mexicali hasta Tijuana, lo que empeoraría aún esta crisis humanitaria.

    El alcalde de la ciudad ha lamentado que el Gobierno federal no sea consciente, en su opinión, de la gravedad de la situación: “Aquí miles de personas trabajan en Estados Unidos, y legan tarde a su trabajo [por los problemas en la frontera].De Estados Unidos para acá no viene turismo, no vienen las personas al sector médico. La situación se está poniendo nada cómoda”.

    Según ha contado, el Gobierno federal prometió 20 toneladas de recursos para ayudar a los inmigrantes: cuando llegaron, 15 toneladas eran material para reforzar la frontera, y sólo cinco eran de verdad ayuda para los inmigrantes.

    La Secretaría del Trabajo y Previsión Social ha indicado por su parte que la Asociación de Industriales de la Mesa de Otay, en Tijuana, tiene 3.500 puestos de trabajo disponibles para migrantes que regularicen su situación migratoria en México. Confirmaron que son 217 las empresas, mexicanas y extranjeras, que ofrecen empleo en ésa y otras ciudades de México, a las que los migrantes pueden trasladarse una vez que cumplan con los protocolos de regularización

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