Chuy Trejo es la más trabajadora del asilo, barre todos los días, toda la casa. «Por eso le trajeron muchos regalos», dice una mujer mientras le entrega un obsequio a la habitante de la residencia gerontológica Las Palomas, en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, al centro de México. Chuy, junto a otros adultos mayores, tendrá una Navidad diferente.
Rosita, por ejemplo, pidió que le regalaran un suéter; Sabina, una pantaleta talla 38; y Manuela, lo que muchos desean: unos zapatos cómodos. De esta forma, las organizaciones La Colectiva Diversa, Juntos y Abrazados y la Iglesia Católica Antigua del Río de la Plata en México –la cual acoge a la comunidad gay del estado– se convierten en una especie de Santa Claus para ancianos que no tienen familia o que han sido abandonados.
En México, los adultos de más de 60 años suman 10 millones, con base en el Censo de Población y Vivienda, el 16% de ellos sufre rasgos de abandono y maltrato.
Cada adulto mayor del asilo Las Palomas publicó en Facebook una foto con su nombre y el regalo que les gustaría recibir; la convocatoria tiene la intención de captar gente interesada en apadrinar algunas de las necesidades de las personas de la tercera edad. «Para usted, lo que pidió», le dice un hombre a Fernando, un anciano que conserva la misma sonrisa que se le ve en la foto en la que solicitó «una loción para afeitar English Lady».
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