La profesora María Elena Bottazzi, una microbióloga hondureña naturalizada estadounidense de origen italiano, profesora de biología en la Universidad de Baylor, nos responde desde su casa cuando aún son las 7:30 de la mañana en Texas, justo antes de ir a trabajar a la Universidad de Wako, pueblo a medio camino entre Dallas y Austin: después de una vida pasada en el laboratorio estudiando virus, bacterias y parásitos tropicales «olvidados», su nombre ha aparecido repentinamente en los titulares en las últimas semanas para una nominación al próximo Premio Nobel de la Paz.
De hecho, junto con su colega Peter Hotez, la profesora Bottazzi, nacida hace 56 años en Génova y criada en Honduras, ha desarrollado una nueva vacuna contra el Covid-19 utilizando un método convencional que hará que la producción y la distribución sean más baratas y accesibles también para los países en desarrollo.
Corbevax, “la vacuna mundial contra el Covid-19”, explota la técnica de las proteínas recombinantes, un sistema conocido desde hace décadas entre los profesionales. ¿Cuál es, entonces, la novedad? Lo que hace único el trabajo de Maria Elena Bottazzi y su equipo es que no tienen intención de patentar el fármaco, permitiendo así que cualquier persona con la capacidad tecnológica pueda reproducirlo de forma independiente.
«Casi cualquiera que pueda producir vacunas contra la hepatitis B o que pueda desarrollar proteínas basadas en microbios, como bacterias o levaduras, puede replicar lo que hacemos», explica Bottazzi a Fanpage.it. La científica nos habló de su largo trabajo; desde la «caza» a las enfermedades olvidadas que azotan a los pobres del mundo hasta el desarrollo de una vacuna contra el Covid, finalmente accesible para todos.
