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    Lista la primera gran misión espacial europea a Mercurio

    La Agencia Espacial Europea (ESA), junto a la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), lanzará su primer satélite hacia Mercurio el próximo sábado 20 de octubre.

    A bordo de un Ariane 5 desde Kourou, BepiColombo pondrá rumbo al planeta más cercano al Sol con el objetivo de descubrir muchos de los secretos que aún guarda celosamente, según informa la ESA.

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    BepiColombo será la tercera sonda en visitar Mercurio tras las de la NASA Mariner 10, a mediados de los 70, y MESSENGER, entre 2011 y 2015.

    En concreto, lo que la misión europea-japonesa va a intentar resolver es cómo se originó Mercurio y cómo evolucionó desde entonces hasta la actualidad. Para ello, va a estudiar su superficie y su interior, la composición y la dinámica de su exosfera, la estructura y la dinámica de su magnetosfera y el origen de su campo magnético. Además, se realizarán experimentos para probar la teoría de la Relatividad General de Einstein.

    Asimismo, según explica el jefe de desarrollo del segmento científico de tierra de la misión, Mauro Casale, ayudará a los científicos a comprender mejor la formación y evolución del Sistema Solar y, de ese modo contribuirá al entendimiento de cómo los planetas más interiores de otros sistemas extrasolares se forman y evolucionan. «Por ejemplo, una de las mediciones de MESSENGER parece indicar que Mercurio se formó mucho más lejos del Sol (incluso un poco más lejos que Marte) y después se aproximó en una etapa más tardía», dice.

    La misión también buscará confirmación de la existencia de hielo de agua y si procede de impactos de cometas, al tiempo que intentará responder a por qué su campo magnético se encuentra alejado 400 kilómetros con respecto al centro del planeta.

    La misión está compuesta por dos satélites: MPO (Orbitador Planetario de Mercurio) y MMO (Orbitador Magnetosférico de Mercurio). El primero es el que observará el planeta desde su órbita, estudiando composición, topografía y morfología de su superficie y su interior, y el segundo se centrará en el estudio del entorno del planeta y su magnetosfera. Será la primera vez que dos orbitadores realicen observaciones coordinadas y simultáneas desde puntos diferentes del entorno de Mercurio.

    Todos estos datos científicos se recibirán en el ESAC (centro de la ESA ubicado en Madrid), desde donde se coordinarán las operaciones científicas con los equipos responsables de los instrumentos, se realizará la programación científica de la misión y se procesarán los datos científicos.

    EL PLANETA MÁS CERCANO AL SOL

    Mercurio es el planeta más cercano al Sol (llega a aproximarse a poco más de 46 millones de kilómetros durante su perihelio) y también es el más pequeño del Sistema Solar. Esas circunstancias conllevan a que su estudio con sondas espaciales sea más complicado del que suele ser habitual en este tipo de misiones.

    «Podríamos decir que BepiColombo está impulsando actualmente la tecnología espacial al haber construido un satélite capaz de volar en un ‘horno de pizza’ y soportar el calor en Mercurio», señala Mauro Casale. El 85% de la tecnología a bordo de BepiColombo ha tenido que ser diseñada específicamente para ella, pues esas extremas condiciones en el planeta hacían imposible que pudiera reutilizarse tecnología de otras misiones.

    Según explica Casale, el satélite tendrá que soportar cambios de temperatura que van desde los -170º a 450º C, una radiación solar diez veces más intensa, un flujo infrarrojo 20 veces más alto que en la Tierra, una radiación ultravioleta muy intensa y el viento solar soplando a una velocidad de 400 kilómetros por segundo, entre otros.

    De hecho, el entorno del planeta obligó a rediseñar muchos componentes de BepiColombo, sobre todo de los paneles solares y de su aislante térmico. Además, emplea también una propulsión eléctrica solar que es inédita para misiones de exploración del Sistema Solar de la ESA. En todo este proceso de construcción del satélite participaron 83 empresas de doce países.

    La misión tardará más de siete años en llegar hasta su destino, ayudándose de una asistencia gravitatoria en la Tierra, dos en Venus y seis en el propio Mercurio hasta alcanzar su órbita científica, prevista para marzo de 2026, un periplo muy largo para un planeta que está más cerca de la Tierra que, por ejemplo, Júpiter.

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