En Europa, África, Asia y América del Sur, han surgido testimonios de abusos sexuales por parte de curas de la Iglesia Católica en contra de monjas, que por temor llevan años, incluso décadas, guardando silencio.
Un investigación de la AP demuestra que los abusos sexuales se han cometido a lo largo de los años, muchos siendo protegidos por la misma iglesia, y alrededor del mundo; desde Chile hasta Italia.
Impulsadas por el movimiento #MeToo, varias monjas han decidido romper el silencio y exponer los abusos a los que son sometidas por los sacerdotes y obispos, y que se veían obligadas a ocultar por vergüenza y una cultura de “discreción” por parte de la iglesia.
La tradición machista de la iglesia hace que las mujeres sean vistas como personas de segunda clase dentro de la iglesia, dejando a las monjas a merced de sus superiores. Por su fuera poco, algunas autoridades eclesiásticas deciden ignorar el problema e incluso pedir a las victimas guardar silencio.
