Nicaragua cumplió hoy dos meses de su crisis más sangrienta desde la década de 1980, que se inició con unas manifestaciones contra una reforma a la seguridad social y que se convirtió en un grito nacional que pide la salida del presidente del país, Daniel Ortega.
Después de 62 días, Nicaragua suma entre 180 y 200 muertos, según cifras de organismos humanitarios, entre ellos seis miembros de una familia que murió calcinada y otros 15 que fueron asesinados a tiros durante la «Madre de todas las marchas», celebrada el 30 de mayo, que dejó además 199 heridos, de acuerdo con cifras del Gobierno nicaragüense.
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