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    Niños separados de sus familias relatan cómo son los centros infantiles

    “Cada día, los guardias le decían a los niños en mi celda que iban a ser adoptados y que nunca más verían a sus padres”, cuenta Ángel A., un niño mexicano de 13 años que fue separado de su madre, con la que había entrado ilegalmente a Estados Unidos.

    Ángel como otros niños que pasaron la frontera estadounidense junto a sus padres, se encuentra en un centro de detención para inmigrantes en McAllen, Texas.

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    El niño relata que los obligaban a despertarse en medio de la noche, o sino los agitaban con fuerza. Incluso los guardias le aseguraban que por ser de nacional mexicana debían situarse en la zona más fría de la celda.

    Éste relato forma parte de un informe que se presentó a la corte federal esta semana, en Los Angeles, en demanda contra la administración de Donald Trump y los tratos a inmigrantes.

    En ellos los menores se quejan del frío extremo, la saturación en las celdas, agua y alimentos en tan mal estado que prefieren morir de hambre que ingerirla, asegura El País.

    “Nos dieron comida, pero estaba congelada y no apta para comer. Olía tan mal que decidimos seguir con hambre en vez de comer”, relata una mujer hondureña de 38 años que fue retenida en el centro de detención de McAllen junto a su hija de 16 años.

    Según la mujer, hacía tanto frio en las celdas que su hija no dejaba de temblar. Durante un día se mantuvieron en la “hielera”, luego fueron trasladadas a la “perrera”. Instalaciones con celdas enjauladas donde fueron separadas durante cuatro días.

    Durante este periodo las guardias hostigaron a la joven. “No la dejaban dormir y la golpeaban para mantenerla despierta”, relata la madre. La obligaban a desnudarse frente a las guardias, los baños estaban sucios y le decían que siguieran usándolos.

    Otro de los relatos cuenta que una mujer fue separada de su hijo de siete años. Ella les dijo a los guardias que el niño tenía fiebre, a lo que los oficiales le respondieron “que eso no era una enfermedad”.

    La mujer relató que compartía la celda con otras 30 ó 40 mujeres y niños de menos de seis años. “Los niños no podían dormir por el frío. Lloraban todo el tiempo”, relata. Varios de ellos tosían y vomitaban y no se les administraba medicina.

    El 90% de las 200 declaraciones son “chocantes y atroces” dice Peter Schey, abogado del Centro de Derechos Humanos y Ley Constitucional, una de las organizaciones demandantes.

    “Niños llorando, temblando, hambrientos, sedientos, somnolientos, enfermos y aterrados”, señala en la demanda. El Gobierno niega irregularidades.

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