El impuesto de guerra cobró fuerza desde que las maras afianzaron su poder en Honduras. Este acto de corrupción afecta a las unidades de transporte y negocios pequeños.
Según la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas (FNAMP) las pandillas han realizado un cambio en su manera de extorsionar, disfrazándolo a través de rifas, ventas de comida o lavado de autos.
Los transportistas deben cumplir con la obligación de pagar 100 lempiras para que sus vehículos sean lavados, sin embargo, dicho acto no se lleva a cabo. Lo mismo sucede con los platillos de comida, se paga por el platillo aunque no sea recibida.
En cuanto a las rifas, cada transportista y dueño de negocio deben comprar un número, e incluso, las pandillas dan órdenes de que los conductores de buses y taxis colaboren con la venta de la supuesta rifa, la cual no se anuncia ganador.