El papa Francisco concluyó una visita breve pero profundamente simbólica a Egipto el sábado con una misa al aire libre para la diminuta comunidad católica del país.
De esta forma el pontífice desafió las preocupaciones de seguridad para mostrar su respaldo a los cristianos en esta nación mayoritariamente musulmana, quienes que se han vuelto blanco de ataques frecuentes de extremistas islámicos.
Helicópteros militares sobrevolaron la zona y un gran contingente de policías montó guardia mientras el pontífice recorría del estadio de fútbol donde se celebró la misa en un carrito de golf, fiel a su política de estar lo más cerca posible de los fieles.
Los asistentes lo vitorearon con entusiasmo, ondeando banderas de Egipto y el Vaticano y cantando los himnos entonados por coros de iglesia.
El estadio, propiedad del Ministerio de Defensa, tenía espacio para 25.000 personas, pero cuando llegó el papa estaba a menos de la mitad de su capacidad.