La respuesta la encontramos en la historia, cuando el imperio romano gobernaba el mundo, y el emperador de turno lo encabezaba.
En el antiguo calendario romano, el año comenzaba en marzo y el sexto mes se llamaba «sextilis» pero, en el año 24 AC, el emperador Octavio Augusto decidió darle su nombre y desde entonces sextilis se llamó «Augustus».
Octavio imitaba así al fallecido anteriormente emperador Julio César, quien, veintiún años antes, había hecho lo mismo con el quinto mes, hasta entonces llamado «quinctilis» y que con él pasó a llamarse «iulius» en homenaje a la familia iulia, a la que pertenecía.
Pero a Octavio le pareció poco dar su nombre a «sextilis», porque consideraba que ese mes no tenía la misma gloria que «iulius», ya que «iulius» tenía 31 días y «augustus» sólo 29. Por esa razón, el emperador alteró la duración de varios meses, quitando y poniendo días, hasta lograr que ‘su’ mes tuviera 31 días.
Fue elegido este séptimo mes para honrar al emperador porque en él venció a Cleopatra y Marco Antonio, y entró triunfador en Roma.
Por eso aún hoy, dos mil años después, julio y agosto tienen 31 días cada uno.
«Todos los caminos conducen a Roma»