Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, la plataforma ciudadana de Transformemos Honduras y organizaciones socias ha alertado sobre la importancia de asegurar la educación durante la emergencia sanitaria, así como la urgente necesidad de corregir las desigualdades acumuladas para la niñez y la juventud en edad escolar. En ese sentido, es importante considerar que:
– Según estudios de la Asociación para una Sociedad más Justa ASJ (2020), se cuenta con 2 millones de estudiantes excluidos del sistema educativo.
– Según la Universidad de Harvard y Fernando Reimers (2020), todos los alumnos están experimentando una catástrofe en la pérdida del aprendizaje, cerca de un 30% en lectura y matemáticas.
– En Honduras, el 67% de los padres de familia mencionan que sus hijos aprendieron poco o nada en la modalidad virtual durante el confinamiento y prefieren que sus hijos repitan el año o retirarlos del sistema educativo (UPNFM, 2020).
– Para UNICEF (2021) la catástrofe educativa es tan grave que no se puede permitir otro año escolar con los centros educativos cerrados.
– Con más de la mitad de la población en edad escolar fuera del sistema educativo, en los años 2020-2021 se espera una catástrofe generacional: más jóvenes en maras y pandillas, más actividades delictivas y más pobreza, por falta de inclusión educativa y nula movilidad social.
Ante la situación educativa que se vive a nivel nacional, donde la mayoría de los niños, niñas y jóvenes están excluidos del sistema educativo, proponemos:
Retornar a las clases semipresenciales, ya que son la única opción para más del 80% de los niños, niñas y jóvenes de los centros educativos públicos. Para ello, es urgente contar con:
– Protocolos de bioseguridad estandarizados que aborden la diversidad de situaciones.
– Consejos escolares de padres y madres de familia funcionando.
– Calendarios de atención de grupos pequeños, por grados, secciones, ampliación de jornadas, abrir de lunes a sábado.
– Asegurar la alimentación escolar en el centro educativo.
– Asegurar el gel, mascarillas, agua y jabón para lavarse las manos y mantener una comunicación diaria con el centro de salud de la localidad.
– Contar con el apoyo de iglesias, gremios, empresas, alcaldías, cooperación local e internacional, ONGs, medios de comunicación, gobiernos municipales, las familias y otros actores.
– Elaborar y aprobar un protocolo para la movilización de los estudiantes y de la comunidad educativa en general.
– Ejecutar de manera inmediata un plan de adecuación y reparación de la infraestructura escolar utilizando modelos eficaces y sencillos.
– Organización de Comités de Vigilancia y Supervisión conformados por diversos actores del sector educación, salud y líderes locales.