El pasado 19 de junio Stefani Carroll-Kirchoff, vecina del municipio de Maplewood, Nueva Jersey (EE.UU.), se dispuso a lavar la ropa sin percatarse de que su gato Félix, de un año, se había colado en la lavadora aprovechando que la puerta estaba abierta.
Tras configurar la máquina para un ciclo completo de lavado rápido de 35 minutos, que incluía enjuague y centrifugado, la mujer volvió al cabo de una hora y al abrir la puerta escuchó un ‘miau’ y vio una pequeña patita blanca que sobresalía de la ropa.