Un disfraz de astronauta para ir al aeropuerto o uno de oso para salir a la calle. La súbita e imparable demanda de material de protección contra el coronavirus, sumada a la escasez y los temores de la gente, han hecho que los chinos saquen punta a su ingenio para tratar de protegerse de la epidemia.
En estas soluciones ‘hechas en China’ vale todo: una garrafa de agua de veinte litros convenientemente recortada para que haga de casco protector, el clásico piloto o poncho para la lluvia para impedir que posibles virus permeen hacia las prendas interiores o algunos trajes improvisados con bolsas de basura, a modo de mono protector.
Gorros de baño cubriendo el pelo de algunas mujeres o perros con la punta de las patas protegida con bolsas de plástico han pasado a ser escenas cotidianas en el Beijing de los tiempos del COVID-19, pero en el país asiático se dan escenas bastante más insólitas que las redes sociales se están encargando de difundir.