Antes de que estallara el escándalo, Cuomo era considerado como un posible contendiente para la Casa Blanca, ya que su oratoria decidida y empática moldeó su imagen como un hombre listo para enfrentar la crisis y ofrecer tranquilidad a una nación aterrorizada por un virus invasor e invisible.
Sin embargo, Cuomo, abatido por una controversia de acoso sexual que parece ser una expresión de su propio ego y arrogancia, es ahora una advertencia para los otros gobernadores principales en el resplandor candente de la prueba de liderazgo que plantea el covid-19.
El momento en que parecen más poderosos puede convertirse en el momento de mayor peligro político, ya que la pandemia ignora los ciclos electorales y molesta a los votantes que están acostumbrados a sacar a líderes nacionales y locales de bajo rendimiento.